"Fresco como una lechuga". ¿Quién dijo que la lechuga tiene que estar siempre fresca? Esta receta puede servir para cuando tenemos una lechuga que ya no está demasiado fresca, o para hacer con las hojas externas de la lechuga y reservar las de adentro, más crocantes, para ensalada. Yo mezclé lo que me sobraba de rúcula, que ya no estaba muy fresquita. Salió muy rica... y lo que sobró lo usé de salsa para pasta en otra comida, así que cundió. Que aprovechen.
Necesitamos:
- 25 g de manteca (mantequilla),
- 2 cucharadas de harina,
- 1 cubo de caldo de verduras,
- 1 cebolla,
- Una señora lechuga,
- 250 cc de leche,
- sal, pimienta, nuez moscada.
Preparación:
Derretimos la manteca y le agregamos la harina de a poco, como si fuéramos a hacer una bechamel. Echamos la pasta en el caldo de verduras, que habremos hervido en aproximadamente medio litro de agua. Cuidado con los grumos. Yo tuve que recurrir a un colador para deshacer varios grumos que se habían formado.
Sin dejar de revolver, llevamos esta bechamel de caldo a ebullición, bajamos el fuego y tapamos. Dejamos unos diez minutos.
Mientras, rehogamos la cebolla y la lechuga en una sartén. Cuando están blandas, las añadimos a la salsa y mezclamos. Dejamos cocer diez minutos más, y después trituramos. Agregamos sal, pimienta y nuez moscada.
Queda muy rica, como la mayoría de las sopas, decorada con levadura de cerveza y un remolino de aceite de oliva. Además, así queda como un canto a la salud, no me digan que no.
Espero que les guste, la verdad que a mí me sorprendió.
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