jueves, 6 de enero de 2011

Torre de crepes y espinacas, o "tour de crêpes espinachés" :D


Tengo un niño grande, de 36 años, a quien no le gusta la comida verde. Así es difícil que yo pueda comer espinaca, porque vivo con este bambino. Pero a mí la espinaca me gusta mucho, y como no quiero renunciar a ella, encontré la manera de hacerle comer espinaca. No es que haya saltado en una pata al ver el plato. No aplaudió, ni dijo "hurra" ni dio vivas, no hizo el movimiento "zas, zas" del Chavo del Ocho cuando se entusiasmaba. Pero miró con curiosidad, y reconoció que estaba bueno, y con eso tengo suficiente.
Así que si tienen que hacerles comer espinacas a alguien, esta es una buena manera. Y si no tienen que hacerles comer espinacas a nadie, mejor aún, así no lo hacen con culpa.



Necesitamos

Para las crepes
- 125 g de harina de trigo sarraceno,
- 1 huevo batido,
- 1 cucharada de aceite,
- 300 ml de leche

Para el fantástico relleno
- un manojo de espinacas,
- 1 cebolleta, o cebolla,
- 1 huevo,
- 225 g de ricotta,
-  cantidad a gusto de piñones,
- cantidad a gusto de pasas de uva.

Preparación

Tamizamos la harina en un cuenco. Le añadimos las pieles que puedan quedar en el colador. Formamos una corona y agregamos el huevo batido, la cucharada de aceite y la leche. Todo muy gradualmente y batiendo al mismo tiempo, para que no se formen grumos. Si se forman, la socorrida minipimer puede mitigar el tema. Dejamos reposar esta masa durante 30 minutos. Mientras, vamos al relleno.

Cocer las espinacas, sin agua, en una cacerola durante unos 10 minutos. Ahora bien, esto es indignante. Nunca vi un alimento que se reduzca de esta manera. Uno piensa que dos o tres manojos de espinacas es un montón, pero cuando se cuecen quedan reducidas a la nada, totalmente humilladas, oscuras, arrastradas. Aburridas, tristes, dejadas. Menos mal que son ricas.

Castigamos a las espinacas con un tiempo de aislamiento mirando al rincón, para que de paso se enfríen. Mientras tanto, rehogamos una cebolla. Pero la rehogamos bien. Hay que tener paciencia, ir echándole agua (¡o vino!) cuando se quedan secas, y seguir esperando, que después es feo encontrarse la cebolla cruda. Si queremos, a esto le podemos añadir pimiento rojo picado, o ajo.

Cuando la espinaca arrepentida esté más fría, la agarramos con las manos y las estrujamos bien, para que termine de echar toda el agua. Van a reducirse todavía más, pero es lo que hay: mejor que le saquemos bien el agua ahora, y no que después ande echando agua por todas partes y nos arruine el plato.

Bueno, resumo, que estoy explayándome demasiado: cortamos bien finitas las espinacas y las juntamos con la cebolla rehogada. Le agregamos la ricotta, los piñones, las pasas de uva, un huevo y sazonamos con nuez moscada, sal y pimienta.

Ahora viene la parte divertida: hacer las crepes. Calentamos una sartén antiadherente, o si tenemos crepera mejor que mejor. Ponemos un poquitín de aceite. Removemos la pasta bien, especialmente los sedimentos del fondo. Tomamos un poco más de medio cucharón de la pasta y lo colocamos en la sartén, que debe estar caliente. Con el dorso del cucharón hacemos círculos cada vez más grandes para agrandar el tamaño de la crepe. Esperamos, esperamos con impaciencia, despegando los bordes de la crepe con alguna espátula de madera o teflón. Sacudimos la sartén. No se mueve. Hay que esperar un poco más.
No sabemos qué hacer. No queremos quedarnos enfrente de la sartén, con la mirada absorta pensando ¿será ahora el momento? Pero tampoco podemos irnos, porque no hay nada útil que se pueda hacer en tan poquitos minutos. Yo probé lavar los platos, pero era imposible. Nada: hay que quedarse mirando fijamente, y aprovechar para pensar, que es un buen ejercicio.
Cuando podemos pasar la espátula de madera hasta casi el centro de la crepe, es que podemos darle vuelta. Acá es mejor que no nos vea nadie. Si tenemos un buen gorro de cocinero, estilo francés, de esos blancos y altos con una especie de nube en la cúspide, hay que ponérselo en este mismo momento. No hay momento más indicado. Comenzamos meneando la sartén horizontalmente con la mano con la que tengamos más destreza. De repente y sin avisar damos un golpe seco hacia adelante-abajo-arriba. Lo suficiente como para que la crepe salte, pero no como para que vuele. La crepe debe aterrizar en la misma sartén, dada vuelta y guiñándote un ojo. Si esto no ocurre, busca la crepe arriba del sombrero de cocina, o detrás tuyo, o quizás pegada a la pared. Aquí una ilustración en video:




Así pues, vamos formando una torre: una crepe, una capa de espinaca, una crepe, una capa de espinaca, etc. La última capa debe ser una crepe. La ornamentamos con queso cheddar y algunas nueces en pedacitos, y llevamos nuestra torre al horno a 190ºC, entre 20 y 25 minutos.

¿Qué tal? ¿Buena, no? Yo no tenía queso cheddar, sino parmesano, así que no quedó gratinada y con queso derretido, pero quedó estupenda de todas formas. Espero que la hagan, especialmente la parte del sombrero blanco. Besos.

1 comentario:

María Elvira Raquel de Arechavala dijo...

ñam, ñam. es una esquisitex. así con x.