¡Las semillas de la calabaza no se tiran! Se lavan, se escurren y se tuestan (o fríen) en una sartén, con un poco de aceite y fuego medio. Hay que tapar la sartén y sacudirla de vez en cuando, porque las semillas saltan como las palomitas de maíz (llámese pochoclo, pororó... o pop corn, para entendernos mejor). Cuando están tostaditas y crujientes, las secamos un poco en una servilleta de papel, las metemos en un plato y les echamos bastante sal. Nos queda una delicia que va a volar en pocos minutos. Ñam
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