jueves, 29 de diciembre de 2011

Semihelado, pero muy sano

Me queda poquito para dejar estas latitudes cálidas y veraniegas. Dentro de poco volveré a las sopas, las coles, los mejunjes y frangollos calientes, los tecitos para no congelarme, los pies envueltos en medias envueltos en mantas. Mientras tanto aprovecho las 24 horas que me quedan en esta tierra caliente, a veces se diría al rojo vivo (y no hablo de clima), para publicar estas recetitas que colmaron nuestro paladar y nuestra dicha en navidad. Estoy exagerando. Un buen helado de dulce de leche y chocolate hubiera sido mejor para el paladar, y quizás también para nuestra dicha. Pero definitivamente un buen helado también hubiera colmado nuestros niveles de azúcar y colesterol, y todos los días no se puede hacer eso. Así que les presento estos semihelados. No los llamo helados, como otros mentirosos, porque no quiero engañar a nadie. Pero están ricos, y son sanos ¿qué más queremos?



Ingredientes
1 mango
1 banana
1 naranja
1 cucharada de yogur natural
(opcional) chorrito de yogur líquido de vainilla, o gotitas de esencia de vainilla

Dulce preparación

1 a) Con juguera
Cortar el mango y la naranja en trozos, y pasarlos por la juguera. A ese jugo, agregarle los demás ingredientes y triturar.

1 b) Sin juguera
Cortar el mango en trozos y agregarle el jugo exprimido de una naranja. Triturar y pasar por un colador para extraer solamente el jugo y excluir los filamentos del mango. Agregar el resto de ingredientes y volver a triturar.

2) Van a tener que contenerse para no beberse el resultado en dos minutos. Verter el licuado en vasitos de plástico y agregar una cucharita de plástico, o palitos de helado. Llevar al congelador. Cuando vayamos a consumirlos, dejarlos derretir unos 15 minutos. Rico rico. Pero no es helado.



1 comentario:

María Elvira Raquel de Arechavala dijo...

tuve el privilegio de comerme el último helado de sandía y melón, y los ´restos del helado de dulce de leche con ciruelas, frente a una ventilador, en la sombre de mi patio.
escribo llena de una especie de rabia, porque la chef del blog no me acompaña en este banquete de restos navideños.