Estuve colaborando como intérprete voluntaria en el Foro Europeo por la Soberanía Alimentaria. Y como este blog trata sobre "comida", me parece que vale la pena escribir una entrada sobre el tema.
¿Qué es la soberanía alimentaria? Se trata básicamente de que los pueblos puedan decidir qué es lo que comen y cómo se producen, tratan y comercializan sus alimentos. Algunos me dirán que ya podemos decidir. ¿Pero realmente sabemos de dónde vienen nuestros alimentos, cómo están producidos, con qué condicones laborales, con qué impacto medioambiental nos llegan, qué pesticidas u hormonas se usaron para que nos lleguen tal y como los vemos? La respuesta es "no". Un puñado de empresas se adueñaron de nuestra alimentación, y los gobiernos tienden a legitimar cada vez más esta situación, poniendo más trabas a los pequeños productores (condiciones fitosanitarias imposibles para ellos, etc.) y facilitando el asentamiento de cada vez más grandes superficies de consumo.
Las quejas son muchas, y todas, desde mi punto de vista, bien fundadas:
1) Los alimentos se convirtieron en una mercancía, que cotiza en bolsa y está sujeta a una gran volatilidad de precios. Así en pocos años hubo varias crisis en los precios de los alimentos, algo que debería dar vergüenza. Se desechan toneladas de alimentos para aumentar su valor en el mercado.
2) Un 60% de los alimentos están controlados por diez combinaciones de empresas.
3) Estas empresas (Monsanto la más famosa, pero no la única) entre otras cosas patentan semillas, y la UE luego va detrás pidiendo que se usen las semillas patentadas por estas empresas, porque "son más seguras".
4) Estas empresas además invierten millones en investigación de OGM, que ya se usa a mansalva, especialmente para elaborar biocombustibles y alimentación para ganado (en Estados Unidos la mayor parte de las plantaciones de maíz --transgénico-- está destinada a la producción de combustibles, en un momento en el que las reservas de maíz en el mundo están en mínimos históricos, y su precio aumenta cada vez más).
5) Los supermercados arrasan con los pequeños comercios locales, abasteciendo la mayoría de las veces con las marcas "globales", pertenecientes a ese puñado de empresas que manejan el 60% de los alimentos. Los pequeños productores se ven así obligados a vender a precios ridículos. Entre el precio a la salida de la explotación agrícola (o ganadera) y el precio de compra hay un abismo gigante: el de las empresas de transformación y distribución, que se quedan con una buena tajada.
¿Podemos hacer algo? SÍ
- Evita los supermercados y las marcas multinacionales. Opta por alimentos de producción local, vendidos por pequeños comerciantes.
- Hay cada vez más redes de agricultores que ofrecen sus productos sin intermediarios, lo cual significa mayor ahorro para nosotros y más ganancias para ellos.
- Crecen también la cantidad de redes de consumidores, que se juntan para comprar en grupo de forma directa a los productores, así como productores de alimentos de agricultura ecológica que distribuyen lotes semanales de alimentos. ¡Es cuestión de buscar y rebuscar, y finalmente se encuentra!
- ¿Por qué no tener un pequeño huerto urbano? No vas a poder alimentarte exclusivamente de él, pero vas a ahorrar dinero y sobre todo, la satisfacción de producir al menos algún alimento no te la quita nadie.
Cuando hablo de estas cosas, la mayoría de las personas me contesta que la agricultura ecológica es demasiado cara. Y no lo puedo creer.
No lo puedo creer porque cuando estas mismas personas entran a un supermercado para comprar patatas, salen de él con patatas, helado, pilas, mostaza y algún juguete para el hijo. Si en lugar de tomarnos la compra de alimentos como un "shopping spree" la tomamos como una compra consciente de aquello que necesitamos, no vamos a gastar más que en un supermercado.
Me cuesta creer el argumento de que es caro .Generalmente gastamos en pequeñas cosas innecesarias, pero cuando se trata de pagar un euro más para no envenenarnos lentamente con verduras fumigadas con sustancias químicas, o para no alimentar esta maquinaria que está destruyendo el campesinado, ahí pensamos "es caro". Podemos ahorrar en muchísimas cosas, pero ¿es prioritario ahorrar con lo que nos metemos en el cuerpo?
En resumen, averigüé qué podía hacer en Roma. Encontré un lugar en el que venden verdura y fruta de agricultura ecológica, local y de estación, a mejor precio que en los lugares tradicionales de agricultura ecológica. Lo mejor es que di también con la red G.A.S (Gruppi di Acquisto Solidale). En esta red uno se puede unir con otras personas para adquirir productos locales y biológicos a granel directamente del productor y luegos repartirlos, lo cual abarata los costes considerablemente.
Todos podemos hacer algo. Se trata de lo que comemos, no es broma.
1 comentario:
bien Lulita, me encarcaré de difundir esto que sí es importante.
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