Gazpacho

Qué buen invento, el gazpacho. La primera vez que oí hablar de él fue en una Feria de las Colectividades en Rosario. Me lo describieron como una "sopa fría de tomate", y esa descripción me ahuyentó por un tiempo. Ya viviendo en España descubriría el placer del buen gazpacho en épocas estivas. Por pereza no solía hacerlo, sino comprarlo, hasta que me mudé a Italia, en donde no lo venden. No tuve más remedio que aprender a hacerlo, porque el cuerpo me pedía gazpacho. No hay mal que por bien no venga, aprendí a hacerlo rico (es muuuuuuy fácil), y ya no lo cambio por el comprado.



Ingredientes

- 1 kg de tomates maduros,
- medio pepino,
- medio pimiento verde chico, o un cuarto del normal,
- media cebolleta,
-un diente de ajo machacado
-aceite de oliva,
- vinagre de jerez (en su defecto, aceto balsámico, en su defecto, vinagre),
- un vaso de agua,
-sal

Preparación

Cortar todo en trozos y echarlo en el vaso de la licuadora, o en una jarra si tenemos minipimer. Trituramos, probamos. Colamos de a poco. Pero no tiramos por nada del mundo toda la pulpa que queda en el colador (que hay que exprimir a conciencia), porque la podemos usar para aderezar ensaladas.
Una vez colado, corregimos la sazón y mezclamos. Conservamos en la heladera/ nevera.
Si lo hacemos de un día para el otro es todavía mejor. Tomarlo bien frío escuchando a Camarón de la Isla e imaginándose las callecitas blancas, estrechas y retorcidas, y los balcones poblados de malvones de algún pueblito andaluz. Ole, kiyo.